No todas estamos hechas de azúcar

Al fin he sentido que todo esto cambiaba a través del empoderamiento.

Se trata más de realizar procesos que nos empoderen de forma liberadora, haciéndonos sujetos de nuestra propia historia alejándonos de la visión patriarcal de la vida donde no tenemos cabida si no es como mujer sumisa o masculinizada.

Para alcanzar una verdadera transformación social las mujeres debemos realizar procesos de resistencia y empoderamiento, procesos donde la diversidad femenina y nuestras relaciones sororales supongan una alternativa a los discursos dominantes que han conformado nuestra subjetividad. Es de esta forma que será posible la articulación de una nueva cosmovisión cultural. No se trata de buscar nuestro lugar en un mundo hecho a la medida de los hombres, sino de crear un mundo diferente e igualitario.

Se trata de empoderarnos, un proceso complejo y profundo que obliga a revisar nuestras creencias personales comenzando por desarrollar una autoestima y una asertividad necesarias para alcanzar una autonomía personal.